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Johann Kepler

Johann Kepler (1571-1630), estudio en la Universidad de Tübingen (Alemania), graduándose en 1588. Reconocido como un gran matemático, fue profesor en Graz (Austria) en 1594, donde adhirió a los postulados de Copérnico. Kepler era un místico y un admirador de Pitágoras, y esto le llevó a ganarse exitosamente la vida como astrólogo. En 1596 publicó El Misterio Cosmográfico, donde expone sus teorías platónico-místicas sobre el Cosmos, Debido a las Guerras de Religión que ensangrentaban Europa, Kepler, un protestante, dejó Graz en 1597 y se refugió en Praga, donde fue discípulo del gran astrónomo danés Tycho Brahe. A la muerte de su mentor en 1601, Kepler heredó el enorme acervo de datos de Tycho, incluidas sus observaciones sobre el planeta Marte.

Esta invaluable información le llevó a desechar las órbitas planetarias circulares y adoptar la elipse. En 1609 publicó su obra Astronomia Nova, donde dió a conocer sus dos primeras leyes. Esta obra marcó el fin de la creencia en las esferas celestiales que sostenían los planetas, de modo que Kepler buscó afanosamente una nueva fuerza que mantuviera a los planetas en su lugar y explicara sus relaciones con el Sol. En 1616 publicó su tercera ley, que relaciona matemáticamente la velocidad de un planeta y su período.

Kepler fue el primero en usar los logaritmos de Napier para sus cálculos astronómicos, pero éstos estaban tan saturados de conceptos místicos que era difícil aceptarlos, por lo que su obra fue mayormente desconocida en su tiempo. Sin embargo, gracias a sus habilidades como astrólogo, Kepler fue un protegido del emperador Rodolfo II, a quien dedicó sus Tablas Rudolfinas (1627).

En su libro sobre Marte Kepler dió cuenta del problema que había enfrentado al intentar concordar los datos sobre Marte con la teoría de Copérnico. Al tratar de solucionar este problema, Kepler había utilizado la circunferencia como órbita planetaria, al igual que lo habían hecho Ptolomeo en el siglo II d.C. y Copérnico en 1543. Por lo demás, las órbitas circulares eran un verdadero dogma en la astronomía del Renacimiento y a nadie, incluído Galileo, se le ocurrió que pudiesen ser de otra forma. Después de muchos intentos fallidos, Kepler desechó la circunferencia y propuso una forma ovalada para las órbitas planetarias y luego la elipse. Con ello, hizo del sistema copernicano una herramienta exacta y halló una nueva e insospechada relación entre la posición de un planeta y su velocidad orbital.